El paisaje ha sido uno de los motores de la evolución de la historia de la fotografía. La mirada fotográfica más antigua de la que tenemos conocimiento resulta ser un paisaje rural que Nicéphore Niepce nos legó en su Vista desde la ventana en Gras, 1826.

Cuando miramos un paisaje, nuestros ojos lo recorren y se enfocan selectivamente en los elementos que encontramos atractivos. Nuestro campo de visión abarca gran parte de la escena, pero nuestros ojos y cerebros tienen la capacidad de ignorar todo, excepto los detalles más atractivos. Las lentes y los sensores o la película no pueden hacer esto solos. Ellos necesitan ayuda.

El tiempo es la inversión más importante que puede hacer para obtener buenas imágenes de paisajes. Cuando llegue a un lugar que nunca antes haya visitado, pase tiempo explorando, conduciendo o caminando a diferentes lugares, buscando diferentes puntos de vista. Lleve una brújula para descubrir dónde saldrá y se pondrá el sol, e imagine cómo se vería el lugar con diferentes tipos de luz. Esto puede tomar algo de práctica porque también debes mirar hacia dónde no caerá la luz. Al fotografiar un cañón, por ejemplo, es posible que vea que la pared oeste estará bellamente iluminada temprano en la mañana, si el cañón es profundo, sin embargo, la pared este estará en una sombra tan completa que su cámara solo podrá renderizarla como una gran mancha negra A menos que este sea el efecto que desea, tendrá que modificar su composición, filmarla más tarde en el día o planear regresar en un día nublado cuando ambos lados serán fotográficos.